Son los inocentes y no los sabios los que resuelven las
cuestiones difíciles.
— Pío Baroja —
“Dice más de Pedro que de Juan, lo que dice Pedro de Juan”
— Refrán —
La foto que motiva esta entrada no puede ser otra que la de la revista Hola,
de la que todos hablan últimamente. La cual considero pertinente a este blog
por ser un imagen de uso editorial y evidentemente construida a la manera tradicional
de retrato.
Pero mi reflexión va a otro lado, al día de escribir esta entrada, (viernes
9) una de las mujeres que aparece en la foto da una entrevista en la W Radio; ofrece
disculpas, manifiesta no haber querido ofender a nadie y que simplemente esta
imagen es consecuencia de un momento de vanidad. (Link entrevista)
¡Yo Le creo!
A mi modo de ver lo único que ella hizo fue participar en la realización de
una imagen, pero no es ella quien la produce, no es ella quien la realiza, no
es ella quien la pública. En realidad debería hablar de ellas, las mujeres que
aparecen en la foto, las 6.
Son responsables de esta imagen el fotógrafo, el productor
y el medio que la divulga, las demás son actrices en la realización de una
imagen construida, las 6.
Ellas posan bajo la indicación del fotógrafo y el
productor — si lo hubo — son ellos los que deberían tener experiencia en la
imagen y saber lo que esta comunica. Ellas participaban de una puesta en escena,
diferente a la imagen periodística donde puede aparecer un personaje al servicio
de otros; similitudes podríamos hacer con las fotos de celebridades, políticos,
etc… donde aparecen personal a su servicio: guardaespaldas, secretarias, camareros,
cocineros. En una imagen periodística se entenderían como personas en
diferentes roles sociales. En esta imagen construida pueden entenderse como una
ostentación de clase, adicionalmente los comentarios dentro de la polémica nos
dicen que debemos leerla de esa manera; de la misma manera que hay personajes
de utilería en una puesta de escena cinematográfica para dar más poder al
personaje. Pero no podemos culpar al actor por participar en la puesta en
escena. Quien en su sano juicio creería que ellas definieron la imagen. En el
centro de la polémica deberían estar el fotógrafo, el productor — si lo hubo —
y el medio que publica las imágenes. (Entrevista
fotógrafo)
Otro asunto es lo que la imagen comunica: servidumbre, nada ajeno a nuestra
cultura y la europea, porque la servidumbre, no se nos olvide es una herencia
cultural. Que se da con mayor facilidad a medida que hay mayores diferencias
económicas, desigualdad social la llamaran otros. Esta el asunto del racismo
que algunos ven en la imagen, y que a mi modo de ver tiene más de orden social
y de desigualdades no sólo económicas sino también de composición demográfica
en los diferentes departamentos. ¿Son
ellas las únicas mujeres con empleadas de color en este país? ¿si las empleadas
fueran blancas, en algo cambiaria la imagen?
Aparece en la revista Semana un artículo
respecto a la foto por parte de un grupo de académicos de la Universidad Autónoma
del Occidente de Cali donde cito un párrafo que me parece importante:
El sociólogo
Pierre Bourdieu considera que los medios de comunicación ejercen una forma
particularmente perniciosa de violencia simbólica y una de esas formas de
reproducción es precisamente la de ocultar mostrando, que “muestra algo
distinto de lo que tendría que mostrar si hiciera lo que se supone que se ha de
hacer, es decir, informar, y también cuando muestra lo que debe, pero de tal
forma que hace que pase inadvertido o que parezca insignificante, o lo elabora
de tal modo que toma un sentido que no corresponde en absoluto con la realidad”
(1997:24).
Yo no creería que en esa imagen hay violencia simbólica. Es un retrato de
una realidad social, con diferentes lecturas desde el orden social y el económico
del que mira la imagen. Tienen razón los académicos cuando afirman anteriormente en su artículo que Todas las formas de violencia se reproducen en estos medios masivos. Ellos
dicen que “producen y reproducen” no sabría porque se producen en ellos, más
allá de la capacidad de los medios de promocionar conductas, no podría decir que
son el origen de estas. Más las comillas del párrafo arriba citado se refieren
a la posibilidad de realizar, construir e intervenir la significación de una
imagen, desconociendo parece, que la imagen, incluso la periodística no es un
registro fiel de la realidad. O tal vez notando que la imagen y los medios de
comunicación están sujetos a intereses particulares y no en la búsqueda de un
bien común.
Rematan los autores del artículo de semana, con:
“Sólo nos reta apelar al uso de la palabra
para intentar develar los mecanismos de violencia simbólica a los que invocan
las empresas mediáticas, en su afán por entretener y generar receptores que
fácilmente no sólo legitiman y aceptan estas maneras violentas de reproducir un
tipo de sociedad excluyente, violenta, racista, clasista y sexista, sino que
terminan anhelando llegar a esos estadios de vida social donde se suele falsear
la realidad, ocultar la historia y extender patrones y patronos que nos hunden
en la pobreza cultural que emana de la tradición y la cultura dominante.” (Sic)
Nuevamente digo que lo de “los mecanismos de violencia simbólica” suena más
a capacidad de comunicación de la imagen acerca de una realidad que algunos
pueden ver “excluyente, violenta, racista, clasista y sexista” y que no estoy
diciendo, que lo sea o no lo sea. Pero si diría que: cada uno leerá esta imagen
de mayor o menor manera de acuerdo a sus vivencias. Algunos, por ejemplo, podrán
ver unas imágenes de un par de mujeres del servicio realizando su trabajo. Y
para agregar más leña al fuego me recuerda un trabajo artístico de Fred Wilson
— Mining the Museum — donde entre
otros, se recuperaban imágenes de terratenientes del sur norteamericano, y se centraba la luz de la sala de proyección sobre los esclavos, quienes
no eran los protagonistas de la imagen original, seguramente en ese momento histórico,
ellos eran decoración. El artista los resalta con el rayo de luz como
personaje principal de la imagen. Una inversión del código inicial de la
imagen, un cambio de protagonista como resultado de un proceso histórico y la
reivindicación de un grupo social.
Lo que me lleva a concluir, que hay demasiado escandalo por esta foto, en
su estructura no veo lo tan “excluyente, violenta, racista, clasista y sexista”
que muchos dicen ver. Si las empleadas, como en la mayoría de las fotos de
poder, no estuvieran en la imagen, ¿podría ser más excluyente? ¿En la nueva
cultura de la inclusión no deberíamos aparecer en las imágenes con todos los
que nos colaboran como un reconocimiento a ellos? ¿En medio de ese
reconocimiento las debieron haber sentado y vestido de igual manera que las
influyentes señoras caleñas? ¿No hubiera sido esto último igual de violento?
Violenta, no veo violencia veo un par de mujeres en medio de su trabajo
participando en un desafortunado montaje fotográfico, pero por lo demás hasta más
altas y de pie en la imagen que las señoras mencionadas, más serias con mayor
postura y altivez. La imagen no las violenta, la violencia esta por fuera y nosotros la incluimos en la imagen. Seguramente sin este escándalo sus familias estarían de plácemes
porque salieron en una revista española.
Racista y clasista en este contexto parece que en cualquier imagen donde
parezcan personajes de color al servicio de gente blanca lo puede ser, lo mismo
si aparece alguien trabajando, parece prohibido entonces representarnos en
nuestra condición social. Aunque estas imágenes están al servicio de una clase
social, ¿son tan excluyentes que los demás no pueden aparecer en ellas? Y lo
sexista es aún más difícil de digerir, veo mujer con mujer, no hombre con mujer
ni tampoco el sentido contrario, tan absurdo como la frase aquella.
Tal vez vemos en la imagen menos de lo que leemos en el texto de la
revista. No veo la mansión ni el Beverly Hills de Cali. Lejos que esta de eso,
tan lejos como del Hollywood que también mencionan. Es una típica foto de
ostentación de las que hace la revista hola y siendo mal intencionados a falta
de lujos acomodaron a dos personas en la imagen para complementarla. Y aunque
permite establecer discursos acerca de nuestro presente, no es para crucificar
a quienes en ella aparecen, la cruz la arman el fotógrafo, el productor –si
existió- y el editor de la revista, los demás fariseos solo tiramos piedras y
lanzas.
Lo anterior me lleva al punto que da título a esta entrada, no hay imágenes inocentes, todas comunican
algo. Hasta las más vacías, que nos hablan de la falta de ideas de quien las
realiza.