The Constructed Moment

This blog discusses the way in which we design, make, select, evaluate and publish fashion and advertisement photographies as a sub-genre. This is a place of reflection. We have no unveiled truths, yet we are seeking answers.


jueves, 26 de junio de 2014

Sobre los estilistas.




Text in english, here




Básicamente lo que estas haciendo es colaborar con el fotógrafo para crear una imagen que refleje la moda que tratas de capturar y también atrapar el reflejo del espíritu del momento

— Hamish Bowles





Históricamente, el proceso de consolidación de la fotografía de moda y su profesionalización, han tenido como una de sus manifestaciones la especialización de los integrantes del equipo de trabajo, que asumen las diferentes tareas involucradas en la construcción de la imagen de moda en los términos que este blog enuncia en su encabezado.

Algunos autores documentan que en las primeras sesiones las modelos se maquillaban a sí mismas y organizaban el vestuario, por lo que podemos asumir que los primeros miembros de una producción de moda fueron el fotógrafo y la modelo.

Aún no he podido documentar con precisión como se fueron incorporando las nuevas piezas de este ensamblaje (se agradece cualquier información que los lectores me puedan aportar al respecto). Indagando para esta entrada me cuentan[1] que los peinadores tenían cierto reconocimiento por encima de los maquilladores (y seguramente algo de participación desde épocas tempranas). Con respecto a los maquilladores, creo, la imagen en color tuvo que generar la necesidad cada vez más apremiante de incorporar un profesional, alguien responsable de hacer que las pieles de las modelos dieran un registro perfecto en las publicaciones.

Por lo que entiendo, los estilistas se vinculan como responsables del vestuario de manera simultánea a los maquilladores. El reconocimiento de esta tarea se consolida con la publicación de los créditos por parte de la Vogue americana (en cabeza de Anna Wintour), aunque en realidad estuvo precedido por los movimientos a finales de los 80 y consolidado en los 90 gracias a publicaciones como i-D y Dazed and Confused, que reseñaban el nombre del estilista como parte de los colectivos que elaboraban el contenido fotográfico.

Hoy en día podemos decir que una producción mínima tiene un fotógrafo, una modelo, un maquillador y/o peinador y, por último, pero cada vez más frecuente e imprescindible, un estilista.
Digo ‘una producción mínima’ porque una producción seria hoy en día sin un estilista es muy difícil de encontrar. En términos de moda, el estilista es como el director de orquesta, es el que da una interpretación a la partitura que tiene en frente (entiéndase como el concepto de moda). Otra manera de confirmar la importancia de este rol es observando la importancia dentro de la industria de personajes como: Polly Mellen, Grace Coddington, Giovanna Battaglia, Nicola Formichetti, Emmanuelle Alt, Anna Dello Russo y Edward Enninful, entre muchos otros. Estos estilistas comparten igual nivel de reconocimiento dentro de la industria que los más afamados fotógrafos, directores de revista, diseñadores, etc.

Un buen estilista es capaz de dar una nueva visión a las prendas.

Más allá de los imaginarios de las marcas que las producen, es un problema común en el oficio que las marcas cuestionen el nuevo significado de sus productos bajo el enfoque editorial de la fotografía. El choque nace de un temor a que se tergiverse el mensaje de la marca y, personalmente, considero que no hay razones para este recelo. Siendo estratégicos, marca y publicación, solo se vincularán cuando exista un público en común: comparten la misma audiencia, por lo que deben compartir ciertos rasgos. Cuando el público de la revista no es el mismo de la marca, también podría interpretarse como una oportunidad de acceso a un público nuevo. Otro detalle importante: el editorial deja poco espacio a ser interpretado como un lenguaje de las marcas presentes, ya que suele apoyarse en la diversidad de los productos presentados bajo un concepto claro que se enuncia en su titulo.

La marca debe ser consciente de que un préstamo de vestuario implica un reconocimiento (la reseña de sus productos). En algunas ocasiones puede ser conveniente, en otras tal vez es más astuto no figurar.

Frente a este tema, reflexionaba también acerca de los créditos en nuestras publicaciones. Revisaba  hace un par de meses una revista y al ver un estilismo que me impactó, busque el crédito, para descubrir que no había tal. Figuraba el nombre del maquillador, más no el del estilista.

A las publicaciones que aún no hacen reconocimiento de sus estilistas, les digo que es momento de reconocer esta evolución en la industria, es fundamental dar el respectivo crédito a este personaje que interpreta la moda y es capaz –en el caso de los mejores- de leer la sensibilidad estética del consumidor final, el espectador de las imágenes que se construyen.






[1] En conversaciones con William Cruz y Laura Echavarria



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