“Al mismo tiempo, lo europeo no es natural en nosotros.
Somos seres frustrados. Todo el que aprende a leer en Suramérica, se avergüenza
de ésta y de sí mismo y de sus padres; si es rico y viaja por Europa, gasta
demasiado y simula vicios y lujos para hacerse perdonar su origen; si político,
extrema las prácticas europeas. …
Todo lo imitamos y nada es natural en nosotros. Un francés
me decía: “¡Pero deme suramericanismo! Sería un triunfo si presentáramos en
París lo suramericano...”.
Le contesté que lo suramericano era lo parisiense,
pero prostituido.”
—Fernando González—
En
los últimos días he estado mirando la versión latinoamericana de Vogue con
mayor detenimiento. Siendo sincero, es la versión de Vogue que miro con menos
entusiasmo: siempre la veo con la sensación de que es menos que sus hermanas
europeas y la norteamericana (incluso las asiáticas). Fernando González
seguramente diría que es una manifestación de nuestro complejo de hijo de puta[1]
y creo que dicho complejo no es ajeno a la publicación.
Así
mismo, aparece frecuentemente en las tertulias con amigos del sector el tema de la visión de la moda desde Latinoamérica,
este para-occidente donde vivimos, soñamos y laboramos. Hablamos de cuál seria el
enfoque adecuado para el desarrollo de nuestra industria dentro de esa
intención arraigada que tenemos de conquistar o ser reconocidos por el viejo
mundo.
Al final desde
lo industrial hasta lo editorial siempre termino llegando a la misma conclusión:
nosotros no podemos arrancar nuestros procesos en pos de los procesos
americanos y europeos, es una utopía pensar que de esa manera y con nuestros
recursos podremos darles alcance. No estoy diciendo que tiremos la toalla, mi
punto es que sí se puede, pero no es solo un asunto de reconocer fortalezas y
debilidades, es de pensar un poco al revés y tomar ejemplos de lo que funciona
en otras áreas para usarlos de guía.
Es evidente que
tenemos mucho que mostrar, no solo en términos de talento, sino también de
recursividad. En lo fotográfico, por ejemplo, es asombroso lo que hacemos en el
campo editorial y comercial con presupuestos que seguramente son una fracción
de los acostumbrados por las grandes publicaciones y
marcas.
Volviendo
al ejemplo de Vogue Latinoamérica, llegué a una conclusión
que quiero compartir con ustedes: creo que el enfoque de esta revista como
líder en nuestra región –y de muchas otras que
van tras sus pasos- es equivocado. Existiendo las maravillosas revistas
americanas y europeas, muchas están condenadas a ser simples seguidoras. Dicen
en mercadeo que cuando un nicho esta saturado se debe buscar uno nuevo. En este
momento, a los ojos de europeos, asiáticos y también los nuestros,
Latinoamérica se ha convertido en una fuente de
inspiración, además de ser un universo creciente de consumidores.
Por
lo anterior creo que algunas de las revistas líderes deberían ocuparse aun más de lo nuestro y menos de la moda europea y
americana que hoy en dia está a un clic de distancia en portales y puestos de
revistas donde encuentro de primera mano las
novedades de los líderes mundiales de la industria.
Lo que nos deja la tarea de mostrarles de la misma forma lo que sucede en nuestro rincón del
mundo. Revistas como Vogue Latinoamérica no deberían seguir el planteamiento desde México para el resto del continente, sino ser la verdadera fuente de información de lo que sucede en
la región, para nosotros y para el resto de el mundo.
Una
revista que muestre Latinoamérica en Europa, es una descabellada forma de
mostrar lo que hacemos.
[1]“Hijo
de puta es aquél que se avergüenza de lo suyo. Por aquí me han llamado grosero
porque uso esta palabra, pero la causa está en que mis compatriotas son como el
rey negro que se enojó porque no lo habían pintado blanco.”
Los negroides (Ensayo sobre La Gran Colombia) - Fernando González, 1936.
Los negroides (Ensayo sobre La Gran Colombia) - Fernando González, 1936.
133