“La fotografía de moda hace
colaborar a la memoria utilizando convenciones en su mayoría relativas a la
modelo y al decorado. Estas convenciones se organizan en un sistema de signos
repertoriados y combinables, es decir un código. Este código suple las
debilidades del léxico del que dispone, jugando con su evolución diacrónica; la
popularización de las imágenes del pasado, amplia considerablemente su
repertorio.”
— Guy Goulthier —
“Ver una imagen es un acto complejo
que requiere de aprendizaje”.
Marián López F & Juan Carlos
Gauli P
Sin
duda la moda es un tema complejo, casi inabarcable en su totalidad por una sola
persona, o al menos eso se sugirió en una tertulia reciente donde hablábamos de
los “expertos de moda”. Estos personajes parecen florecer en redes sociales aún
sin saber bien en qué se especializan, si en el aspecto antropológico,
sociológico, económico, histórico, administrativo o cualquiera de las otras
disciplinas que atraviesan el (supuestamente superficial) fenómeno de la moda.
La
aparente trivialidad de este concepto hace que muchos podamos participar de él,
desde el registro fotográfico de una modelo hasta la escritura de contenidos
basados en nuestras opiniones o la creación de eventos de moda.
Comentaba
en estos días que la fotografía de moda es una superposición de códigos y
convenciones no solo vestimentarios, sino también del cuerpo y de la imagen, sociales
y culturales. Que lo que hacemos en las fotos de moda es acudir al recuerdo
colectivo de esos signos compartidos para presentar algo que en esencia creemos
novedoso.
Pero
no solo en la fotografía hay códigos, en los eventos de moda también hay convenciones
muy arraigadas. Algunas de estas tienen un sentido práctico, por ejemplo:
sentar compradores, críticos y editores en primera fila de un desfile porque,
más que jerarquía, pueden realizar una mirada más detallada a los materiales y
diseños, logrando apreciar mejor cada aspecto de la colección.
Así
mismo la ubicación de las cámaras de los medios al frente de la pasarela
permite el registro frontal de las prendas pero además ofrece un mayor control
técnico sobre el enfoque y el movimiento en condiciones de poca iluminación. Por lo irrepetible del evento y para un mejor
registro se evita que algo pueda interponerse entre los fotógrafos y los
modelos. En otras palabras: mientras dura el desfile esa no es un área de
circulación, por lo que se evita que la gente entre, salga o se mueva de sitio
luego que el desfile ha comenzado.
Los
párrafos anteriores parecerán una obviedad, pero para los que asistimos al
pasado Barranquilla Fashion Week no lo son. Ambos casos –y algunos otros-
fueron ignorados en el evento.
Los
periodistas de prensa no estuvieron en primera fila, ni siquiera en
segunda, para poder apreciar los
detalles de las colecciones (Cabe anotar que incluso desde la cuarta fila podía
apreciarse la falta de cuidado en la presentación y manufactura de ciertas
colecciones). De igual manera, entre las cámaras y la pasarela hubo una área de
tránsito permanente que dificultó el registro del evento. De la iluminación
solo diré que no era uniforme, ya hay suficientes entradas al respecto en este
blog para repetirlo nuevamente.
La convención de los universos de vestuario
tampoco se respetó y, aunque no es obligación, debe ser entretenido explicar como luego de un desfile de ropa infantil se presenten escenas como la del siguiente
video.
Se
preguntarán porque inicié hablando de códigos. Estos se aprenden por imitación:
el lenguaje, por ejemplo, se balbucea y se enredan los términos antes de poder
hablar fluidamente; la correcta ortografía y sintaxis son las manifestaciones
del dominio total del código llamado lenguaje. La fotografía de moda, en la
mayoría de los casos, se aprende desde la imitación, ya sea viendo fotógrafos o
simplemente desde la realización empírica de una sesión de moda.
Y
creo que en eso estuvimos, en la imitación de un evento de moda en todos los
niveles, desde el armado del espacio, pasando por la mayoría del casting y lo
presentado en pasarela.
En
cuanto a los diseñadores, se salvan los nombres con experiencia, lo que habla
de una falta de acompañamiento a los nuevos talentos. La misma asesoría
necesitaban los modelos en algunos casos en donde su actitud era tan fingida que no se entendía como una
postura del cuerpo, o una propuesta de actitud,
sino como una caricatura de la postura de otros.
Mucho
se ha hablado de la cantidad de eventos de moda y yo pensaría que el asunto no
es de cantidad sino de calidad. Eventos
bien armados, con un nicho y una función clara no creo que sean el problema.
Pero lo cierto es que los eventos de moda florecen casi igual que los expertos
en el tema. La moda como espectáculo se está convirtiendo en un problema para
la moda como industria, hace de su divulgación un asunto de exreinas y personajes
desinformados, de medios con la etiqueta de moda pero en función de la farándula
y no de la industria. Claro que una celebridad que sabe jugar con su imagen
puede ser beneficiosa para el mercadeo y ser un aliciente para un grupo de
consumidores que la ven como un modelo a seguir, pero cuando se acompaña de una
mala divulgación de los otros aspectos del negocio, lo único que hace es construir
caricaturas de lo que es visible, pero que en definitiva no se entiende.
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