“¿Qué quiere el yo contemporáneo? La cámara ha creado una cultura
de la celebridad; el computador está creando una cultura de la conectividad. Al tiempo que convergen…
Tanto la celebridad como la conectividad son formas del reconocimiento. Eso es
lo que el yo contemporáneo quiere. Quiere ser reconocido, quiere estar
conectado: quiere visibilidad. Si no ante millones de personas, como en
un reality o en El show de Oprah, entonces ante cientos de ellas en Twitter o Facebook. Ésta es
la característica que nos define, así es como nos volvemos reales ante nosotros
mismos: al ser vistos por otros. El gran pavor contemporáneo es el anonimato.”
— William
Deresiewicz —
Por todos es sabido que internet
y las redes sociales han cambiando de manera sustancial la forma en que nos
comunicamos, imponiendo cambios en los medios de comunicación tradicional.
Este contraste entre la rapidez
con la que compartimos información y el tiempo que se demoran en salir los
trabajos publicados crea dilemas que a veces nos pasan desapercibidos en
nuestro nuevo afán de estar anunciando por las redes las ultimas noticias de
nuestras vidas: es así como a cada instante podemos saber quién con quién esta
haciendo qué en dónde.
Esta realidad crea nuevas
situaciones que es necesario analizar, y que inicialmente traigo a colación
debido a una realidad que sucede con mis estudiantes durante las sesiones
fotográficas, los cuales a veces parecen más preocupados por la imagen a
realizar en sus celulares que la foto final para la cual estamos todos
trabajando. Esta realidad no es exclusiva del ambiente académico, sino que se
extiende a nuestra actividad comercial y editorial.
Ese afán de menciones y likes en las redes sociales termina desgastando
el contenido de las publicaciones cuando se termina mostrando más de lo que se
debe. Chiviando el material dirían los viejos periodistas. Y es entendible que
este contenido se use para generar expectativa, más esta no puede canibalizar,
por usar un término de mercadeo, el contenido de la publicación.
De hecho, creo que aun con la
publicación en quiosco es necesario dejar un margen de maniobra al material en
función de la publicación que hizo posible su realización. No tiene sentido que
uno pueda encontrar todo el material en las redes sociales de los involucrados
en vez de ser un abrebocas que invite a mirar la revista o los sitios oficiales
de aquellos que pagaron por su realización. Asunto distinto a las marcas
comerciales que se benefician de publicar todo el material de la forma más
amplia posible. Su producto figura en las fotografías, mientras en una revista,
las fotos hacen parte del producto.
Algunos sitios llamados “de contribución”
en los cuales uno presenta su trabajo, y no hay contraprestación económica,
tienen unas condiciones de exclusividad mas estrictas que muchas de las
publicaciones que sí pagan por le material que se realiza para ellas.
Les comparto esta reflexión que
considero importante, no solo para los que laboramos como creadores de
contenido final para los medios, sino también a los editores de estos, los
cuales deben establecer políticas claras sobre el manejo del material que se
realiza durante las producciones y que se usa no solo para documentar y
promocionar nuestro trabajo, sino que debe servir también para la promoción y
éxito de los medios para los cuales trabajamos.
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