“Al
César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”
(Mt.
22, 21)
Hace ya varios
meses vi en Facebook la nota de un fotógrafo nacional al que un grupo musical
Londinense le estaba utilizando las fotos, y cuán pequeño es el mundo, resulta
que conozco personalmente a uno de los involucrados: y no es el grupo
Londinense. En una de mis clases resultamos hablando del tema, y uno de mis
alumnos resulto ser el autor de las fotos que estaban publicadas en flickr. Y
que aparecieron utilizadas por un tercero.
Mi asesora en
asuntos de propiedad intelectual (link) está regresando al
país luego de una especialización en el tema, y pudimos hablar sobre este caso.
La conclusión a la que llegamos es que al subir imágenes a muchos de estos
sitios se está autorizando a los propietarios de las plataformas a divulgar y
comercializar estas imágenes. No podemos perder de vista que al autorizar dicha
divulgación estamos cediendo directa o indirectamente cualquier derecho
económico que tengamos sobre la fotografía y, en algunos casos y aunque no sea
propiamente legal, renunciamos a ser reconocidos como autores sin siquiera
saberlo.
De eso se oyen
rumores cada tanto, y a veces los tomamos al mismo nivel del que Bill Gates
regala su fortuna o Hotmail te enviará una cantidad de dinero por cada contacto
al que le reenvíes el correo. No obstante, para el caso que hemos propuesto
resulta que sí es necesario leer la letra pequeña que figura siempre (o debe
figurar) en las distintas plataformas digitales que ofrecen, entre otros, la
posibilidad de cargar nuestras creaciones en internet. Esta letra pequeña que
pocas veces leemos es la que especifica los términos y condiciones de uso de la
plataforma y, una vez hacemos click en aceptar -la mayoría de las veces sin
leer- consentimos en la divulgación y comercialización de nuestras imágenes.
Tratándose además
de fotografías, y consientes de estos tiempos de alta definición, es
recomendable subir siempre imágenes pequeñas. Preferiblemente con la menor
resolución que funcione y con los respectivos textos de Copyright. Si bien
queremos mostrar nuestro trabajo, no queremos dejarlo de papaya para que otros lo
utilicen sin nuestra autorización consiente, y posiblemente reciban además una
remuneración económica que en otras condiciones no estarían percibiendo.
En realidad
internet es una excelente herramienta de divulgación y no tiene sentido
realizar nuestro trabajo para dejarlo guardado en un cajón o en un CD en
nuestra casa, hablando en términos digitales. Pero en nuestro afán de divulgar
nuestras creaciones no podemos ignorar lo que sucede cuando utilizamos las
plataformas que terceras personas han creado para el almacenamiento de imágenes
y otros productos en internet, y que además almacenan esta información en
servidores de un tercero. Porque una cosa es aceptar que internet no tiene
dueño y es libre para todos, pero otra cosa diferente es determinar la
propiedad de los servidores y discos duros en donde se graba la información.
Por esto, cuando abrimos una cuenta en Facebook, en flickr, o cualquier otra
red similar, estamos aceptando las condiciones de uso propuestas por sus
creadores, mayoritariamente provechosas para ellos y desventajosas para los
usuarios, tales como la renuncia sobre el material que subimos. No
necesariamente con mala fe por parte de estos sitios, en algunos casos son
políticas de protección a posibles demandas de los usuarios o terceros por el
uso indebido o hasta legítimo de las imágenes.
Somos generadores
de información, y la sociedad de la información es el negocio del futuro. Por
esto, son muchos los dedicados a recopilar, divulgar información y comprar
catálogos de artistas en todos los géneros.
En nuestro
caso en particular, aunque creo, es poco lo que se puede hacer en casos como el
que inicia esta entrada Seguimos en el tercer mundo y ellos en el mundo
desarrollado, debemos tomar cada día mayor conciencia de este asunto, para
evitar el saqueo de los fuertes a favor de los débiles. Y lo que es peor, con
nuestra colaboración.
Termino esta
entrada con otro asunto relacionado al que me había referido anteriormente. Es
muy común ver nuestro trabajo y el de los demás involucrados en redes sociales
sin los respectivos créditos, únicamente figuran principalmente el interesado
ya sea: el fotógrafo, el diseñador, la modelo o su agencia. Sin embargo, en una
imagen hay muchos derechos conexos y es un principio de profesionalización y de
reconocimiento destacar también la participación de los equipos de trabajo en
la creación de las imágenes, especificando con ellas la mayor cantidad de
créditos posibles.
No podemos seguir
ignorando el trabajo de los demás en nuestro beneficio.
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