The Constructed Moment

This blog discusses the way in which we design, make, select, evaluate and publish fashion and advertisement photographies as a sub-genre. This is a place of reflection. We have no unveiled truths, yet we are seeking answers.


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viernes, 29 de mayo de 2015

De editores y editoriales de moda.





Nuestro problema básico radica no en la imitación de las apariencias,
sino en la falta  de conocimiento de los procesos que las logran




Las palabras editar, editor y editorial inicialmente se refieren a la acciones relacionadas con los medios impresos.

La palabra editorial se refiere al artículo de fondo de un medio impreso, una de las versiones mas populares de los editoriales son aquellas en las que los medios defienden una postura y aunque la RAE diga que no es firmado, con el paso del tiempo la definición de orientaciones de los medios pasa de ser un asunto de sus tendencias políticas y en aras de la independencia de estos queda a cargo del director general y empieza a aparecer firmada generalmente bajo el titulo de carta del director o algún nombre similar.

Cuando pensamos en los editores, aunque con funciones diferentes de acuerdo al editor que nos ocupe: cinematográficos, de televisión, literarios y los de moda, encontramos que todos ellos tienen en común su tarea de seleccionar y agrupar,  para su presentación final un material disponible: léase material fílmico, escritos y productos de moda respectivamente. El editor de moda por ejemplo selecciona entre los diferentes eventos de moda o desfiles cuales deben ser reseñados en su publicación y para tal fin, por razones de espacio de impresión debe seleccionar los vestidos, accesorios, complementos entre otros que considere aparecerán impresos.

Esta selección de productos se publica de diferentes maneras: en algunos casos van solos reseñados muy parecido a lo que llamamos la foto de catálogo, en otros con ayuda de estilistas y/o directores de arte se realizan en la forma de Still life, como  ejemplo están las cada vez mas frecuentes ediciones de accesorios y complementos de revistas como Vogue y similares. Por último algunos productos terminan siendo reseñados en una de los apartes principales de la publicación llamado historia de moda, o editorial de moda;  sección que retoma las formas de los foto reportajes que introdujeron revistas como Vu, y Life tratando de establecer una narración visual para presentar una serie de productos seleccionados por un editor de moda para tal fin. El criterio de selección mas popular en la actualidad son las tendencias de moda, pero son válidos otros criterios que el editor considere pertinentes, por ejemplo, el hacer un homenaje a determinado diseñador o hacer una recopilación de algún tipo de prendas con alguna característica específica.

Desde los comienzos de Vogue, Conde Nast con la ayuda de el Dr Agha en los inicios y Alexander Lieberman de 1944 a 1961[i] como sus directores artísticos y del lado de Harper's Bazaar Alexey Brodovitch con igual tarea, estuvieron en la búsqueda y ayudaron a la formación del talento de fotógrafos que hoy son fundamentales para la historia de la fotografía de moda; nombres como Beaton, Munkacsi, Steichen, Avedon y Penn por citar algunos. La función de esta nueva generación de fotógrafos de moda para las revistas era desde su inicio producir imágenes llamativas que ilustraran los productos que en ellas aparecían, razón por la cual hasta nuestros días y en búsqueda de esa novedad son las revistas las que más libertad creativa otorgan a sus fotógrafos para ilustrar las imágenes de moda. 

Es por eso que el editorial de moda como tal no solo se reduce a una tradición fotográfica asociada a una cantidad de imágenes heredadas de los ensayos fotográficos del foto-reportaje. Se refiere principalmente a una selección de objetos  que hablan del estado actual de los productos de la industria, y es en ese discurso de aquello que nos presenta y no en la cantidad de fotos que esta la razón de llamarlo “de moda”.

Asi que no se confundan llamando editorial de moda a una serie de fotos de una misma prenda donde no hay un discurso de moda y tampoco un discurso fotográfico ya que en un ejercicio serio solo una de esas fotos sobreviviría para ilustrar la prenda y las otras por mas buenas que pudieran ser, no serian publicadas. También es necesario entender que la moda como industria se debe a la comercialización repetitiva de productos y que el fin de los editoriales de moda es la presentación de la ultima versión de estos,  y si la única prenda de su editorial es sacada de algún armario por favor piénselo dos veces antes de llamar a esa serie de fotos de una prenda de armario, un editorial de moda. 




editar.
(Del fr. éditer).
1. tr. Publicar por medio de la imprenta o por otros procedimientos una obra, periódico, folleto, mapa, etc.
2. tr. Pagar y administrar una publicación.
3. tr. Adaptar un texto a las normas de estilo de una publicación.
4. tr. Organizar las grabaciones originales para la emisión de un programa de radio o televisión.
5. tr. Inform. Hacer visible en pantalla un archivo.


editor, ra.
(Del lat. edĭtor, -ōris).
1. adj. Que edita.
2. adj. Inform. Dicho de un programa: Que permite redactar, corregir, archivar, etc., textos registrados en ficheros de símbolos. U. t. c. s. m.
3. m. y f. Persona que publica por medio de la imprenta u otro procedimiento una obra, ajena por lo regular, un periódico, un disco, etc., multiplicando los ejemplares.
4. m. y f. Persona que edita o adapta un texto.
~ responsable.
1. m. y f. Persona que, con arreglo a las leyes, firmaba todos los números de los periódicos políticos y respondía de su contenido, aunque estuvieran redactados por otros.
2. m. y f. coloq. Persona que se da o pasa por autor de lo que otro u otros hacen.



editorial.
1. adj. Perteneciente o relativo a editores o ediciones.
2. m. Artículo de fondo no firmado.
3. f. Casa editora.


Real Academia Española © Todos



[i] Luego del 1961 pasa a ser director editorial de publicaciones Condé Nast en Estados Unidos y Europa




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martes, 28 de octubre de 2014

Cuarentena






¿Qué quiere el yo contemporáneo? La cámara ha creado una cultura de la celebridad; el computador está creando una cultura de la conectividad. Al tiempo que convergen… Tanto la celebridad como la conectividad son formas del reconocimiento. Eso es lo que el yo contemporáneo quiere. Quiere ser reconocido, quiere estar conectado: quiere visibilidad. Si no ante millones de personas, como en un reality o en El show de Oprah, entonces ante cientos de ellas en Twitter o Facebook. Ésta es la característica que nos define, así es como nos volvemos reales ante nosotros mismos: al ser vistos por otros. El gran pavor contemporáneo es el anonimato.
— William Deresiewicz —






Por todos es sabido que internet y las redes sociales han cambiando de manera sustancial la forma en que nos comunicamos, imponiendo cambios en los medios de comunicación tradicional.

Este contraste entre la rapidez con la que compartimos información y el tiempo que se demoran en salir los trabajos publicados crea dilemas que a veces nos pasan desapercibidos en nuestro nuevo afán de estar anunciando por las redes las ultimas noticias de nuestras vidas: es así como a cada instante podemos saber quién con quién esta haciendo qué en dónde.  

Esta realidad crea nuevas situaciones que es necesario analizar, y que inicialmente traigo a colación debido a una realidad que sucede con mis estudiantes durante las sesiones fotográficas, los cuales a veces parecen más preocupados por la imagen a realizar en sus celulares que la foto final para la cual estamos todos trabajando. Esta realidad no es exclusiva del ambiente académico, sino que se extiende a nuestra actividad comercial y editorial.

Ese afán de menciones y likes en las redes sociales termina desgastando el contenido de las publicaciones cuando se termina mostrando más de lo que se debe. Chiviando el material dirían los viejos periodistas. Y es entendible que este contenido se use para generar expectativa, más esta no puede canibalizar, por usar un término de mercadeo, el contenido de la publicación.

De hecho, creo que aun con la publicación en quiosco es necesario dejar un margen de maniobra al material en función de la publicación que hizo posible su realización. No tiene sentido que uno pueda encontrar todo el material en las redes sociales de los involucrados en vez de ser un abrebocas que invite a mirar la revista o los sitios oficiales de aquellos que pagaron por su realización. Asunto distinto a las marcas comerciales que se benefician de publicar todo el material de la forma más amplia posible. Su producto figura en las fotografías, mientras en una revista, las fotos hacen parte del producto.

Algunos sitios llamados “de contribución” en los cuales uno presenta su trabajo, y no hay contraprestación económica, tienen unas condiciones de exclusividad mas estrictas que muchas de las publicaciones que sí pagan por le material que se realiza para ellas.


Les comparto esta reflexión que considero importante, no solo para los que laboramos como creadores de contenido final para los medios, sino también a los editores de estos, los cuales deben establecer políticas claras sobre el manejo del material que se realiza durante las producciones y que se usa no solo para documentar y promocionar nuestro trabajo, sino que debe servir también para la promoción y éxito de los medios para los cuales trabajamos. 




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jueves, 10 de julio de 2014

Una historia mal contada




“Un fotógrafo sin una revista a sus espaldas
 es como un agricultor sin campos”
―Norman Parkinson —




Últimamente —hoy sin éxito— trato de escribir sobre asuntos donde no estoy involucrado directamente. Aunque este blog en su esencia es de opiniones personales sobre lo que considero correcto al momento de crear, realizar o publicar fotografías, la distancia al hablar de temas de terceros puede darme la suficiente objetividad para escribir estas líneas.

Hablando de subjetividades, creo necesario aclarar que parte de mi educación fotográfica viene de las revistas de moda, desde hace ya varios lustros compraba con ansiedad y cada que podía revistas como Vogue, Elle o Harper’s Bazaar aun sin entender la complejidad del mundo de moda que ellas describen. Podría confesar que añoro el lineamiento de diseño de la Elle de los 80, soy fanático del gran formato de W y aun conservo algunos de los ejemplares de cuando era tamaño tabloide. Particularmente, al día de hoy, el diseño de la Vogue italiana es de mis favoritos: una mezcla de lo viejo con lo nuevo, la tradición de la moda y la vanguardia. Para terminar este listado de publicaciones: cada vez admiro más a la Vogue española, una revista que corre riesgos y sorprende sin dejar de ser comercial, algo fundamental en este medio. No es el simple ejercicio de llenar la parrilla de contenidos, es dar un enfoque distinto a lo que vemos, de sorprender (dos intenciones muy fotográficas). Para resumir: lo que más admiro de las revistas extranjeras es su capacidad de asombrar, de dar nuevas formas a lo viejo (esa última intención es muy de moda).

Básicamente hay dos tipos de editoriales que aparecen según la publicación: las asignaciones y las colaboraciones.
En el primer caso, la revista te indica el tema y te da las directrices generales de lo que va a realizarse. Este trabajo suele ser pagado, asumiendo la publicación el costo de producción además del salario de todos los colaboradores.
Las colaboraciones, por otro lado, son trabajos que generalmente realizan colectivos: fotógrafos, estilistas, maquilladores, peinadores o modelos, por nombrar algunos. Estos colectivos buscan la divulgación de su trabajo en un medio que les ofrece publicarlo sin ninguna contraprestación económica ni pago de los gastos de producción. Pueden ser solicitudes directas pero también pueden ser proyectos presentados al medio buscando que sus editores decidan publicarlo.
En este último caso, el espacio para mostrar su trabajo es la contraprestación que obtienen aquellos que ofrecen su tiempo y recursos en la realización del editorial.

Yo estoy convencido de que un fotógrafo de moda debe publicar en revistas. Estas publicaciones no solo son dinamizadoras de la industria de la moda, sino también del éxito de los fotógrafos que en sus páginas aparecen. Es probable que el lucro económico de un fotógrafo llegue de sus trabajos comerciales (los cuales son varias veces mejor pagados que sus proyectos editoriales), pero son las revistas las que permiten a estos profesionales consolidar su estilo fotográfico y enriquecerlo, ofreciéndole un espacio creativo libre de las restrictivas necesidades comerciales de las marcas. Irónico que al final las marcas terminan adoptando estéticas editoriales: todos hemos tenido un cliente que nos señala una revista indicándonos que quiere algo así.

Bueno, luego de la anterior diatriba de culebrero (ambientando la historia), va el tema central de la entrada. No me siento satisfecho con la publicación de uno de mis trabajos recientes en una de nuestras nuevas publicaciones de moda. Hay varios elementos por analizar, así que intentaré ser ordenado y no atropellar las ideas.

Aclaro también que es una crítica difícil, pues involucra personas que considero amigas, a quienes les reconozco su vocación, esfuerzo y entusiasmo por lanzarse a un proyecto editorial de moda en Colombia. No es la primera o la última vez que lean en este blog que nos falta construir cultura fotográfica, de moda y editorial. Es posible que a muchas personas dentro de la industria les cueste entenderlo.
Lo único que falta para empezar es citar la filosofía Corleone: “no es personal, solo son negocios”. Por favor, tómenlo así, ya que la única forma de construir esta industria de moda es haciendo ejercicios de opinión sobre nuestras disciplinas, como medio de reflexión, reconociendo dónde debemos mejorar y siguiendo adelante.

Estamos hablando de Focus Magazine en su 3ra edición (link). Creé para ellos un editorial con el estilismo de Tatiana Moreno, sobre una idea de ella, inspirada una frase de Pierre Balmain “Lo más importante del vestido es la espalda. Es el último recuerdo que dejas al salir de un salón”.

Inicialmente pensamos en expresar esta idea en un solo plano y reflejar página a página cómo se alejaba, mas el día de la realización las cosas se dieron para ir variando los espacios, por lo que definimos como unificador el uso de la perspectiva geométrica en la imagen, como un patrón que se repetiría toma tras toma. Los elementos variables serían los diferentes espacios y la iluminación, manteniendo todas las poses de espalda. Realizamos un editorial de 10 páginas, contando con que el cierre del lomo del cuadernillo que partiría las dobles páginas, nos permitiría jugar con el centro de perspectiva. En otras palabras, era un editorial pensado para ser impreso. Lo que constituía un juego del espacio que no había visto anteriormente en ninguna otra publicación. Por tema y desarrollo, cque entregamos una historia sólida.

Van imágenes de como se publico. (Tomadas de la edición virtual)







Tengo varios comentarios sobre la cantidad de fotos, la distribución, el diseño y la edición, casi todos enunciados en una entrada anterior. [1]

Se publicaron solo 4 imágenes para 5 páginas, cortando la historia por la mitad. Está claro que es decisión del editor definir la cantidad de imágenes a publicar y la cantidad de editoriales en cada publicación. Se publicaron 10 editoriales con entre 4 y 6 páginas. El máximo de la publicación es el mínimo que se usa intencionalmente para un editorial. De 50 páginas separadas para editoriales se podrían realizar 6 editoriales de 8 páginas cada uno, o 5 editoriales de 10 páginas. Seguimos hablando de una buena cantidad de editoriales, superior al de muchas publicaciones.

Esto es un dilema de cantidad vs calidad.

Muchos editoriales cortos no hacen una mejor publicación. Debemos aclarar que nosotros asumimos una cantidad mínima de páginas, pues nunca nos definieron un límite (la mayoría de espacios para editoriales colaborativos dan instrucciones con este criterio[2]).

El segundo punto de análisis es la distribución: rematando el editorial en página par para ubicar publicidad al frente. Si bien es una práctica que gana terreno en publicaciones más comerciales, aun y afortunadamente las grandes revistas de moda aún no sucumben. Esta diagramación no resulta ventajosa para la historia editorial o para la marca pautante, pues se trata de mensajes diferentes, robándose mutuamente una interpretación del lector.

Algo similar ocurre con algunos editoriales, en esta publicación, que incluyen a su interior el texto del respectivo artículo, rompiendo la magia y continuidad del editorial con un corte de texto.

Otro tema para analizar es la plantilla de diseño en la que se montaron todos los editoriales: los mismos márgenes blancos enmarcando cada imagen. Solo vi sangrada una doble página. Me parece que parte del trabajo del diseñador es darle el mayor impacto visual al material presentado en la publicación, dentro de las posibilidades del lineamiento editorial. Debe definirse un orden y un manejo de márgenes, lo que en algunos casos significa presentar algunos editoriales sangrados, otros con margen y la solución más común: imágenes sangradas alternadas con otras con margen en un mismo editorial (esta solución es común en otras publicaciones). El editorial que motiva esta entrada estaba pensado para ser publicado en página sangrada, para así acentuar el patrón de perspectiva que se repetía doble-página tras doble-página.

En cuanto a la edición de las imágenes, creo que las mejores fotografías se encontraban en el final del editorial: la iluminación nocturna funcionó mejor que la diurna, ganando en espectacularidad y produciendo mejores resultados. En esas últimas fotos, el estilismo se valía de marcas más comerciales, cuya aparición podía apoyar las relaciones comerciales de la revista con posibles pautantes, un tema que es parte de la realidad económica de los medios editoriales.

He dicho casi todo sobre la publicación de este editorial. Por longitud, edición y diagramación, terminamos en una historia mal contada.



Les dejo aquí copia del material como se envió. Aclaro aquí, que el material se envió numerado y presentado todo en doble pagina, (aun siendo 1 doble pagina y 8 fotos a página sencilla)  para que al armarse quedara en el orden que deseábamos para su publicación. 
Para version con créditos pueden verlo aqui









[1] Otra entrada muy similar sobre los problemas de presentación del material: http://elmomentoconstruido.blogspot.com/2011/08/del-diseno-grafico-el-editorial-y-otras.html
[2] De este tema, las condiciones de algunos sitios que reciben contribuciones,  toca hablar mas adelante.

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jueves, 26 de junio de 2014

Sobre los estilistas.




Text in english, here




Básicamente lo que estas haciendo es colaborar con el fotógrafo para crear una imagen que refleje la moda que tratas de capturar y también atrapar el reflejo del espíritu del momento

— Hamish Bowles





Históricamente, el proceso de consolidación de la fotografía de moda y su profesionalización, han tenido como una de sus manifestaciones la especialización de los integrantes del equipo de trabajo, que asumen las diferentes tareas involucradas en la construcción de la imagen de moda en los términos que este blog enuncia en su encabezado.

Algunos autores documentan que en las primeras sesiones las modelos se maquillaban a sí mismas y organizaban el vestuario, por lo que podemos asumir que los primeros miembros de una producción de moda fueron el fotógrafo y la modelo.

Aún no he podido documentar con precisión como se fueron incorporando las nuevas piezas de este ensamblaje (se agradece cualquier información que los lectores me puedan aportar al respecto). Indagando para esta entrada me cuentan[1] que los peinadores tenían cierto reconocimiento por encima de los maquilladores (y seguramente algo de participación desde épocas tempranas). Con respecto a los maquilladores, creo, la imagen en color tuvo que generar la necesidad cada vez más apremiante de incorporar un profesional, alguien responsable de hacer que las pieles de las modelos dieran un registro perfecto en las publicaciones.

Por lo que entiendo, los estilistas se vinculan como responsables del vestuario de manera simultánea a los maquilladores. El reconocimiento de esta tarea se consolida con la publicación de los créditos por parte de la Vogue americana (en cabeza de Anna Wintour), aunque en realidad estuvo precedido por los movimientos a finales de los 80 y consolidado en los 90 gracias a publicaciones como i-D y Dazed and Confused, que reseñaban el nombre del estilista como parte de los colectivos que elaboraban el contenido fotográfico.

Hoy en día podemos decir que una producción mínima tiene un fotógrafo, una modelo, un maquillador y/o peinador y, por último, pero cada vez más frecuente e imprescindible, un estilista.
Digo ‘una producción mínima’ porque una producción seria hoy en día sin un estilista es muy difícil de encontrar. En términos de moda, el estilista es como el director de orquesta, es el que da una interpretación a la partitura que tiene en frente (entiéndase como el concepto de moda). Otra manera de confirmar la importancia de este rol es observando la importancia dentro de la industria de personajes como: Polly Mellen, Grace Coddington, Giovanna Battaglia, Nicola Formichetti, Emmanuelle Alt, Anna Dello Russo y Edward Enninful, entre muchos otros. Estos estilistas comparten igual nivel de reconocimiento dentro de la industria que los más afamados fotógrafos, directores de revista, diseñadores, etc.

Un buen estilista es capaz de dar una nueva visión a las prendas.

Más allá de los imaginarios de las marcas que las producen, es un problema común en el oficio que las marcas cuestionen el nuevo significado de sus productos bajo el enfoque editorial de la fotografía. El choque nace de un temor a que se tergiverse el mensaje de la marca y, personalmente, considero que no hay razones para este recelo. Siendo estratégicos, marca y publicación, solo se vincularán cuando exista un público en común: comparten la misma audiencia, por lo que deben compartir ciertos rasgos. Cuando el público de la revista no es el mismo de la marca, también podría interpretarse como una oportunidad de acceso a un público nuevo. Otro detalle importante: el editorial deja poco espacio a ser interpretado como un lenguaje de las marcas presentes, ya que suele apoyarse en la diversidad de los productos presentados bajo un concepto claro que se enuncia en su titulo.

La marca debe ser consciente de que un préstamo de vestuario implica un reconocimiento (la reseña de sus productos). En algunas ocasiones puede ser conveniente, en otras tal vez es más astuto no figurar.

Frente a este tema, reflexionaba también acerca de los créditos en nuestras publicaciones. Revisaba  hace un par de meses una revista y al ver un estilismo que me impactó, busque el crédito, para descubrir que no había tal. Figuraba el nombre del maquillador, más no el del estilista.

A las publicaciones que aún no hacen reconocimiento de sus estilistas, les digo que es momento de reconocer esta evolución en la industria, es fundamental dar el respectivo crédito a este personaje que interpreta la moda y es capaz –en el caso de los mejores- de leer la sensibilidad estética del consumidor final, el espectador de las imágenes que se construyen.






[1] En conversaciones con William Cruz y Laura Echavarria



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sábado, 31 de mayo de 2014

Dos cuentos en uno.


Text in english, here





“Como adicto a los fondos blancos, me resulta extraño que un fondo gris nunca sea descrito como un fondo vacío, con un fondo blanco es muy difícil evitar que los elementos gráficos tomen el control. Es muy difícil dar un contenido emocional a algo tan completamente gráfico y potencialmente caricaturesco, dominado por el fondo rígido, y ahí reside desde luego su importancia y el desafío que supone.”
— Richard Avedon



“De las vacas sagradas se hacen las mejores hamburguesas”
— Rober Kriegel – David Brand —



Mucho se ha dicho sobre los editoriales de moda: que ilustran la tendencia, que su origen esta en las historias de foto reportaje que se utilizo para la imagen periodística en revistas como Vu o Life, que son un medio de expresión de diseñadores, estilistas, maquilladores y fotógrafos. Así mismo se habla del mínimo de páginas que por lo que he visto nunca es inferior a 6 y generalmente es en promedio de 10 páginas, sin estar obligado a detenerse en ese número.

Es claro también que no es una colección de fotos acerca de la misma prenda, lo menciono debido a que en estos días revisando sitios donde reciben editoriales para publicar me llamo la atención que en varios repetían anotaciones al respecto, por lo que supongo que es un error frecuente en el material que les presentan a su consideración.

Que ilustran la tendencia me parece una generalización acertada, pero en realidad creo que un editorial habla de una serie de prendas reunidas para tal fin a partir de un hilo conductor, siendo la tendencia el concepto mas recurrente, pero puede ser también a partir de un diseñador, un tipo de prenda o silueta, una situación de uso o cualquier otro concepto que un editor de moda considere valido y comunicable para agrupar las prendas.

Lo otro que considero claro es que un editorial de moda o una historia de moda, como quieran llamarla, es la pieza máxima de la unión de la fotografía y la moda, o mejor dicho de la fotografía de moda. Es por lo anterior que gran parte de la historia de la fotografía de moda se cuenta a partir de las imágenes publicadas como editoriales de revistas y menos atención se presta a las imágenes que han sido utilizadas publicitariamente.

Hablando de lo fotográfico es claro que el editorial es el formato donde se manifiesta de manera más clara el estilo de los fotógrafos, de los más creativos y los más repetitivos también, ya que toca decirlo: a veces con un par de editoriales de un fotógrafo ya se han visto todos, al menos respecto a lo fotográfico. También es claro que no todos los fotógrafos responden a un estilo definido a la hora de realizar sus editoriales, pongo por ejemplo el trabajo de Patrick Demarchelier el cual fuera de su perfecta ejecución y lineamientos conservadores dentro de al fotografía de moda, no tiene un grado de definición tal que permita identificarlo como si sucede con el de algunos de sus colegas.

Mas el editorial no solo responde a las necesidades estéticas de los fotógrafos, lo hace principalmente a las necesidades del medio que lo pública, esta línea es más difícil de percibir ya que en ella se conjugan múltiples estilos gráficos, fotográficos y de estilismo o styling además de tener limitado acceso al material rechazado y las razones de su no publicación. Un par de ejemplos al respecto son el documental September issue y el libro unseen vogue.

En el editorial confluyen no solo una visión de la moda, una necesidad de comunicación sino también una visión de lo fotográfico. Esos tres elementos se unen para dar vida a un editorial.

Lo interesante de lo anterior es que si los dos primeros asuntos son claros el tercero pude ser muy libre, lo que no significa desarticulado sino que puede funcionar sobre cualquier concepto fotográfico que permita desarrollar los dos primeros aspectos. Es por esa razón que el lenguaje de la fotografía de moda ha podido evolucionar tan libremente: si miramos con detalle las imágenes que la historia de la fotografía de moda nos muestra y partiendo del hecho que la necesidad de comunicación poco ha evolucionado, veremos que dejando la moda de lado — prendas, maquillajes peinados e incluyamos poses — la otra gran evolución esta en lo fotográfico, en la manera de contar la historia, sus recursos visuales, en sus diferentes contextos y en su estructura. Es de aclarar que la historia de moda no esta obligada a tener una narrativa como su nombre historia sugiere, cuenta algo pero no es una narrativa de hechos, esta solución aunque valida no es la más frecuente. Pero es claro que tienen un hilo conductor, en realidad mínimo dos el de la moda y el fotográfico el cual en la mayoría de los casos es una propuesta estética.

Analicemos por ejemplo el manejo del espacio, siempre me ha parecido muy particular que nadie se queje de lo repetido que puede ser el espacio en las fotos en estudio, el mismo fondo a nadie parece molestar, es mas se vuelve una elemento atractivo, y en ese sentido la cita de Richard Avedon con la que abro esta entrada es una reflexión valida al respecto. 
Pero cuando un espacio real se repite en varias fotos no falta el que cree que el editorial esta des-estructurado, o cuando uno manifiesta la intención de realizar un editorial en dos espacios, que no necesariamente tengan un hilo conductor, te manifiestan que eso no se puede hacer. Como si la única opción de uso de un espacio en una producción fotográfica y en un editorial específicamente, significara pasear por toda la locación buscando ángulos diferentes.

Pues bien, traigo dos editoriales (ver abajo[1]) para demostrar que, lo anterior es posible, y para más contundencia los dos en la misma Vogue, la española del mes de marzo de este año. Miren como no solo se repite la solución de estudio sino también el otro espacio que comparte la historia, como en LA MASAI BLANCA el color se le asigna a uno de los espacios y el blanco y negro al otro, lo que tampoco es obligatorio  ya que observamos que en el otro editorial no sucede, así mismo el espacio de la ventana es repetitivo, y no esta para nada mal. 
Y toca agregar: como Vogue ya lo publica, desde ahora dicha solución es legitima.

Sea el momento de recordar que la fotografía de moda tiene como una de sus fuentes de inspiración el arte y el arte actual habla de la repetición, repite sus formas sin cansancio, o hasta el hastío; usted decide.




[1] Publico aquí los dos editoriales en cuestión, distribuidos de igual forma que en la revista, asunto que también es importante.








LA MASAI BLANCA (THE WHITE MASAI) 
Photographer: Cuneyt Akeroglu
Stylist: Belén Antolín
Hair: Angelo Seminara
Make-up: Lisa Aldridge
Model: Arizona Muse






 


 


 


 


 








MÍNIMA EXPRESIÓN (MINIMUM EXPRESSION) 
Photographer: Miguel Reveriego
Stylist: Belén Antolín
Hair: Tamara MacNaughton
Make-up: Serge Hodonou
Model: Jessica Miller


















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