“¡Que pase el aserrador..!”
— Jesús del Corral —
— Jesús del Corral —
“-¡Pero si no lleva nada!
-exclamó de pronto un niño.”
— Hans Christian Andersen —
El
traje nuevo del emperador
Hace días en una charla de amigos de la fotografía
y la moda llegamos al tema de los extranjeros que ocasionalmente pasan por
nuestro país y resultan siendo muy exitosos. En algunos casos de la misma
manera que Simón Pérez el personaje del cuento que pase el aserrador.
Los comentarios no se referían
precisamente a las estrellas del primer mundo en cualquiera de sus campos, que
ocasionalmente nos visitan y terminan dejándonos lecciones importantes sobre lo
que hacen, cómo lo hacen y el cómo se hace lo que ellos hacen en otras
latitudes. Mencionábamos otros personajes que llegan a nuestro país y terminan
siendo un referente en su campo, sin razón aparente.
En realidad el fenómeno no es abundante
pero sí interesante. Como cultura somos generosos con el extranjero; amables,
abiertos y espontáneos. Nada de lo anterior puede ser considerado como un
defecto; por el contrario, para muchos es una de nuestras mejores cualidades,
ya que en un mundo globalizado ello se refiere a la posibilidad de migrar y
compartir nuestro oficio con personas de otros lugares. Hago todas estas
claridades para en ningún momento ser malinterpretado en el comentario
siguiente.
Creo que aun vemos la moda como un
fenómeno foráneo en donde las ideas, las tendencias y los referentes, nos
llegan de afuera, asunto por el que en ocasiones terminamos valorando acentos y nacionalidades mas que el
trabajo en sí mismo. Lo de afuera por definición es mejor y ante eso nuestra
capacidad de cuestionamiento ante estos personajes disminuye, ya que podríamos
pasar por maleducados, incultos o simplemente ignorantes de nuestro oficio.
Similar al cuento del traje del emperador, en el cual, a veces, era mejor
callar que ofender. ¡Definitivamente un cuento de modistos!
No todos estos personajes, por llegar de
afuera, nos están trayendo evolución o desarrollo para nuestras industrias;
creo que el ejemplo no es exclusivo para el mundo de la moda. Lo que a veces
nos demuestra falta de seguridad en lo nuestro por lo que consumimos nombres
extranjeros de la misma manera que consumimos algunas marcas. El producto puede
ser peor pero el efecto sicológico de su nombre es mayor.
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